Doc.613 nº2

  • Begoña Zubero. Topografía y poder.

                                                     Begoña Zubero. Fotógrafa


    Madrid. Año 82. Madrid. Facultad de CC.II. Plena época de la movida. Un año antes, en Madrid y Barcelona, se creaban los departamentos de fotografía en BB.AA. Durante esa época comienzan a ponerse en marcha los primeros festivales de fotografía.

    Yo siempre había hecho fotos, desde los 10-11 años con lo que encontraba en casa, con la instamatic de la comunión, o con una caja de zapatos.
    Pero yo no me voy a Madrid a estudiar fotografía. En un principio mi idea era el cine, porque sí parecía que se podía estudiar para hacer cine, o tele… pero, ¿para estudiar fotografía? Era un momento en el que los fotógrafos aprendían por sí solos, y se forjaban mientras se trabajaba en los periódicos.
    Estoy en Madrid todos estos años, años, digamos, bastante distraídos en los que había muchas cosas que hacer… de muchos tipos. Y empiezo a estudiar fotografía con Isabel Matoses, que había vivido en Roma unos años y de vuelta a Madrid había abierto un estudio. Éramos como 10 o 12 alumnos.
    Y ahí me centro y es donde verdaderamente lo veo claro.

    Nueva York. “Han pasado seis años, tienes más información, sabes que hay escuelas buenas por ahí, sabes que hay sitios en los que sí puedes estudiar fotografía y surge la idea de irme a Nueva York.”

    Nueva York ha sido una de las mejores decisiones de mi vida, sin lugar a dudas. Al llegar allí, ingresé en la School of Visual Arts para cursar una “continual education”.
    Empecé trabajando de segunda ayudante en algunas cosas de moda. Recuerdo que en un shooting en Long Island, haciendo una sesión de trajes de baño con un fotógrafo cocainómano perdido, el primer asistente se fue y me tocó sustituirle. Aquello fue  horroroso y decidí que lo que quería era hacer fotos de cosas: “quiero hacer Still life, quiero bodegones. No quiero nadie que hable ni que haya maquilladores, ni que haya nada”. La experiencia fue nefasta.
    Entonces encontré trabajo en un estudio especializado en cosméticos, donde hacíamos sobre todo fotografías de barras de labios. Esa idea de la especialización tan brutal, estamos en los años 89-90, para nosotros era nueva también.
    Los fotógrafos americanos siempre han tirado mucho de polaroid, entonces era muy común, y en el estudio donde trabajaba utilizábamos formato grande de 20x25, en negativo. Las placas tenían un coste alto, también  los sets, la iluminación era difícil de montar. Y, aunque ya había empezado a trabajar con polaroid en la escuela, ahí es donde tomo verdadero contacto con ella.
    En ese momento yo hago polaroids en formato grande, de 4x5, pero luego utilizo durante bastante tiempo la película polaroid de 35mm. Era una película que te venía con el carrete y un kit con los líquidos. Había una maquinita de dos tipos: la cara era automática y la barata era de manivela. Sacabas el carrete de la cámara, lo ponías en la maquinita, introducías los líquidos, girabas, esperabas 5 minutos y ya lo tenías. Y esto me interesaba mucho porque tiene una textura en color que no da punto, da como raya cuando lo amplías, es una cosa curiosa. Y en B/N también tiene una textura característica.

    Go Home!

    Es curiosa la vida, ahora estoy trabajando en película porque no me gusta la inmediatez de lo digital, me gusta la idea de la reflexión, del reposo, el “no ver”, esperar al revelado. Entonces trabajaba en polaroid porque nos daba lo que hoy nos da la digital: lo inmediato.
    Pero, fíjate si es curiosa la vida que un día por una serie de casualidades decido regresar aquí con la intención de volver a Nueva York. Y luego, realmente no he vuelto, porque la vida… yo que sé, es así.

    El zoom hacia la esencia. Los 90´. “Los 90´ son una década movidita. Yo siempre he tenido claro la definición en proyecto pero también he sido muy libre. Y siempre he huido de los ejercicios de estilo, lo que a veces me ha favorecido pero que también ha sido algo que no ha jugado demasiado a mi favor.

    En el caos no hay error. Cuando vuelvo empiezo a hacer En el caos no hay error, una serie que se presentó en la Sala Rekalde. Vengo de EEUU de trabajar con bodegones y lo que hago es mirar a mi alrededor y dejar que lo cotidiano me construya el bodegón. Recojo mi entorno y voy jugando con esta idea de lo que yo llamo “bodegones encontrados”, pero todo dentro de lo cotidiano: una sopera, el baño del estudio, los vaqueros que dejas en la silla, mi desorden personal (soy capaz de generar un caos a mi alrededor impresionante en lapsos de tiempo cortísimos), el estudio de Madrid (todavía estaba entre Bilbao-Madrid)...
    En esa época, tengo por primera vez una hasselblad propia, lo cual determina un formato cuadrado. Y toda la serie de En el caos no hay error es un ejercicio de encuadre porque nunca había trabajado en formato cuadrado.

    Flores. Para mí es muy importante la técnica. Llega un momento en el que tienes conocimientos, has aprendido y quieres aplicar todo eso. Además cuento con una cámara de formato grande y todo el equipo de iluminación que había traído. Flores comienza como una revisitación del bodegón que había trabajado tanto en EEUU. Pero no me apetecía un bodegón bonito, por eso seco las flores, las meto en plástico, las descompongo… y ahí comienza la idea del macro. Toda la serie de Flores son polaroids en las que el objeto se va acercando progresivamente.

    Los años de abstracción. Trabajando en el estudio con la luz, empiezo a pensar en la idea de opacidad, en iluminar desde abajo y utilizar algo que sea transparente. Empiezo a experimentar con pequeños pisapapeles en el estudio, yo sola, con mis luces, con mi cámara, con mis polaroids... ¡un mundo!
    Es como el momento en el que todo lo que has aprendido de macro, de estudio… lo aplicas y surge la serie.
    Cuando empiezo a hacer Abstracción las preguntas eran siempre: “¿pero esto es digital, verdad?”, porque en ese momento empieza a surgir la imagen digital. Pero no, es todo absolutamente analógico. 
    En la escuela en NY mientras revelábamos con los papeles baritados en el cuarto oscuro (yo siempre he odiado el cuarto oscuro, siempre me ha dado muchísima pereza), había cuatro trabajando con el Photoshop 0.1 y no nos parecían fotógrafos. Nos reíamos de ellos, era como ¡estos chalados de la imagen digital, ni son fotógrafos ni nada!. Y ahora con el tiempo pienso “Vaya, Zubero, ¡vaya visión de futuro la tuya!

    Son tres series que aparentemente no tienen que ver pero sí responden a una idea de ir de más a menos. Todo es un mundo muy interior, muy personal: los bodegones son objetos encontrados; Flores es trabajo de estudio y en Abstracción es el macro, concentrado. En ese sentido es un trabajo que me remite muy poco al exterior, muy intuitivo porque no necesita documentación, es absolutamente estético. No hay ningún referente de ningún tipo. Es tu “mundo” y tu “inquietante extrañeza”; al final todo es un zoom hacia dentro, hasta llegar a lo esencial.

    Es una época en la que todo eclosiona y en la que empiezas a ir a muchos sitios, como a Arco, los Gure Artea...
    En algunos momentos hay más producción, un tomarse más en serio la obra; pero en general es un poco producir tú, hacer tú, buscarte todo tú. Lo que pasa es que es un momento en el que tienes muchas ganas, mucha energía y puedes con todo.
    Los 90´ son la época que desemboca en Los años de abstracción  y el momento en el que se me empieza a conocer más. 

    Es una etapa complicada porque esa manera de hacer fotos tiene algo de renuncia al referente, es como si estuviese renegando del medio.
    En realidad estoy trabajando la foto como pintura o como algo plástico, son formas, son colores, son tensiones hechas en aquellos cibas maravillosos. Y en toda esta maravilla de los cibas, de los brillos, de utilizar la textura de las polaroids, estoy renegando del medio en el sentido estricto de lo que es la esencia de la imagen fotográfica, como reproducción y como referente.
    Es un momento en el que estoy en un callejón sin salida: puedo seguir haciendo ese tipo de fotografía con la que comercialmente se me reconoce, que se convierte en un sello, en algo personal, pero encuentro que se convierte en un ejercicio de estilo.
    Ya estoy pensando en que necesito salir del estudio, que necesito plantear los proyectos de otra manera.

    El atlas de la memoria. S. XXI. “Me parece un título muy bueno, porque creo que podemos explicar muchas cosas sobre estas series, pero en el fondo, fondo, fondo y después de años yo creo que lo que más podría definirlas es el trabajo sobre la memoria.

    7x7x7. 7x7x7es un encargo para el 700 aniversario de la Fundación de Bilbao.
    La única aborigen del proyecto soy yo, éramos 7 fotógrafos, bueno estaba Luis Izquierdo-Mosso que es de aquí pero vive en Barcelona. Por cortesía, les dejo que elijan el distrito. Yo quería Bilbao La Vieja y nadie lo elige.
    No es una serie que gustó mucho cuando se expuso, no era el Bilbao que se quería vender. Pero a mí este trabajo me da la oportunidad de reconciliarme un poco con Bilbao, de volver a salir a la calle después de muchos años a hacer las fotos y , por otro lado, de volver al referente fotográfico.

    Siempre me ha interesado el siglo XX en todas sus manifestaciones y a partir de la idea de la memoria nace Existenz.
    Existenz es un proyecto muy orgánico, ha sido un proyecto largo, costoso, de más de 5 años. 
    Existenz. Comienza en el 2002, estoy en Roma, trabajando en los jardines de Villa Médici, siguiendo los pasos de Velázquez, y me encuentro con el EUR y con el estadio olímpico. Para mí el EUR es un descubrimiento que me provoca una especie de repulsión/fascinación. Repulsión hacia una arquitectura que sabes que viene del fascismo, y fascinación estética, porque es una arquitectura soberbia y porque tiene otros componentes muy interesantes.
    Una vez en casa con el material revelado, la reflexión sobre las imágenes me lleva a pensar en las vidas de la gente y en lo que allí ocurrió. Como en la mayoría de mis fotos, en Existenz no hay gente porque creo que para hablar de lo humano es mucho más contundente extraer la figura humana y trabajar sobre los espacios. Pero en el fondo es para hablar de la vida cotidiana, de aquella vida cotidiana.
    Continúo reflexionando sobre la arquitectura, los espacios, el fascismo y de Italia llego, evidentemente, a Alemania: la gran tragedia del XX. Alemania es muy determinante, es además la serie que más se ha visto y que más alegrías me ha dado. 
    Y lógicamente de ahí deriva a Polonia, al estalinismo. Es la primera vez que estoy en un país del este durante un periodo largo de tiempo; en Polonia se impone la idea de devastación, la idea de Varsovia destruida con lanzallamas. Además, me llama mucho la atención la dureza que transmite la mirada de la gente. Y decido que Polonia es diferente y que ha llegado el momento de incluir el referente humano.
    En la serie hay muchas fotos de personas de una cierta edad, es la gente que estuvo en el guetto, dentro de los espacios, que fue verdugo o que fue víctima, que colaboró o no,
    Para mí Polonia representa el momento en el que me encuentro con los protagonistas de lo que estaba contando, la gente de la calle. Pero no quiero hacer retratos,y decido realizar las fotos casi sin pedir permiso, fotos robadas, y utilizo el color como herramienta que transmite esta idea del “ahora”.
    En Rusia retrato el estalinismo. Moscú es la parte más difícil del proyecto, es una ciudad muy grande, maravillosa. Pero, por otro lado, es terriblemente cara, terriblemente corrupta, y muy difícil de andar a tu aire. Muy, muy complicada.
    Moscú es potente, central, rotunda, y me interesaba otro punto de vista, quería otra república. Ir a Azerbaiyán o a Georgia es imposible, los visados son muy difíciles, y me decido por Armenia.
    Los armenios son el primer gran genocidio del siglo XX y, es curioso, es un genocidio prácticamente no documentado. Sí hay escritos del embajador inglés, pero existen muy pocos documentos gráficos. Como pasó también en el estalinismo, muchísimas muertes fueron durante las marchas, en los traslados. En Armenia no existen lugares que rememoren lo ocurrido, no encuentras un Auswitch, no hay un Majdanek. No están los sitios, no están los espacios. Tenemos muy presente la iconografía de los campos [de concentración], de los traslados…, son imágenes que hemos interiorizado porque existió esa labor de registro y de memoria, hay documentos y fotos. Esto refuerza la idea de lo importante que es el registro para la memoria.

    Premio Pilar Citoler. Los premios son algo absolutamente circunstancial y casual. Burruoghs decía que el secreto del éxito consiste en permanecer en escena; pero permanecer en escena a veces es tremendo. Esto es una maratón.
    Presentarme al premio Pilar Citoler fue una decisión de última hora, mandé el dossier y me olvidé. La concesión del premio me gustó porque en el jurado estaba Per Barclay que es un artista al que yo admiro muchísimo y luego me enteré que había sido un gran defensor de mi dossier, además, se presentó gente de primerísimo nivel.
    Un premio así, evidentemente, te cambia la vida. No solo por el dinero o por la monografía. Para alguien tan periférico como he sido yo y en un momento en el que ya no eres tan joven… Ese premio ha sido muy importante, pero es curioso cómo lo que menos esperas, ocurre.

    Tempelhoff está en Existenz, es una parte de un proyecto y vuelve en forma de libro. Rosa Olivares, una de las pocas personas que edita libros de fotografía en este país, me llama y me dice que quiere hacer un libro de Tempelhoff. En ese sentido Tempelhoff es muy diferente, es un apéndice en el que yo nunca había pensado. Tempelhoff es un libro muy procesual, y muy minimal, muy reiterativo porque enseña cómo me enfrento a los espacios. En Existenz vemos la selección ya hecha, Tempelhoff es muy desnudo. He tenido la suerte de que tiene una impresión maravillosa, un diseño magnífico.

    Cas+Gas tiene la atipicidad de que surge mientras estaba en Armenia. Es un poco entre road movie, y algo que parece lo que no es, la idea de fake, de falso. Cas+Gas nace porque lo encuentro pero también porque explica su historia. Ellos me dicen que después de 2 años sin luz y sin agua, la primera sensación de vida urbana que tienen son los casinos y las gasolineras.
    Lo primero que atrapó mi interés cuando bajé del avión fueron los casinos, parece que estás en Las Vegas. Los casinos son de capital ruso o iraní y es una paradoja que después de todo lo que han sufrido vuelvan a tener esta presencia de Rusia. Las gasolineras son casi todas de capital iraní. Y es curioso, no hay muchos coches, no tienen dinero. Pasa un coche al día. Con medios escasos, una chapa de uralita y poco más, montan unas gasolineras que son fantasiosas.
    Es un país muy llano, una meseta, un país que ha perdido una guerra, que ha perdido el petróleo, que cuenta con sus tradiciones y poco más, y que en los 90´ salían de un momento muy duro. No hay un espacio público al uso, la vida urbana está absolutamente vedada a las mujeres. Pero, como en todos los lados, hay parques, hay calles, hay ciudad. La vida, al final, surge por donde sea.
    Gasolineras y casinos son espacios de poder, más de lo que parece, por un montón de coordenadas diferentes.

    Cas+Gas quizá sea una obra más perversa porque aparentemente es más ingenua.

    Pueblos de Colonización. A raíz del premio Citoler,  conozco a la gente de una fundación de arquitectura contemporánea de Sevilla y las cosas se encadenan. En ese momento estaban preparando unos libros sobre los pueblos de colonización y cayó uno de ellos en mis manos. Y me di cuenta de que podía ser el colofón perfecto, la parte de Existenz que debía hablar de la dictadura en España y que no había hecho.
    Lo de los pueblos como experimento urbano es brutal. La idea surge durante la república con el objetivo de mejorar el campo español. Tras la guerra, la dictadura recupera el proyecto.
    Una de las peculiaridades de los pueblos de colonización es que partir de los 50’ lo dirige José Luís Fernández del Amo. Es un hombre, evidentemente, afín al régimen, pero que viene de la arquitectura racionalista; es muy buen arquitecto, de corte cristiano, con fuerte componente social. Un hombre curioso, es el primero que le compra una obra a Chillida.
    Monpou, Sanper, Rivera.. hay un montón de artistas no afines al régimen a los que Fernández del Amo les da trabajo, y que realizaran vía crucis, sagrarios, y otros elementos de mobiliario urbano. También llama a arquitectos muy potentes como De la Sota o Fisar para llevar a cabo la construcción de los pueblos.
    En el tiempo han tenido muy diferentes desarrollos, algunos están asimilados a otros pueblos, otros continúan íntegros, unos tienen un uso exclusivo de veraneo, otros están semi abandonados... En algunos documentales puedes escuchar a gente que habla verdaderas maravillas de lo que supuso para ellos ese cambio y gente que lo define como un auténtico infierno. Es un proyecto que tiene muchos hilos de donde tirar.
    Pueblos de Colonización para mí es una road movie. El planteamiento de cómo me enfrento al espacio y cómo pongo la cámara vuelve a ser la que soy yo, la que soy yo siempre. No defino un solo punto de vista, voy haciendo y llenando el saco para luego llegar al estudio, vaciarlo, ponerlo en la mesa y empezar a montar. No creo que mi posición respecto a cómo plantear el proyecto cambie, simplemente me estoy enfrentando a cosas más cercanas y con una mayor tranquilidad respecto al espacio-tiempo-relación.
    En Pueblos de Colonización hay digital y analógico mezclado. Las cámaras digitales ya me dan lo que busco, pero me sigue gustando trabajar el formato medio, me gusta trabajar con película. Es un proyecto que se presta a las grandes fotografías, que además me encantan.
    Pueblos de Colonización son fotos de 1,50 x 2 metros, con encuadres en los que trato de ir a lo concreto, no angular el espacio. He evitado la idea descriptiva porque la documentación de la época es magnífica. En este proyecto sentía que necesitaba el color y la mayor dificultad ha sido conseguir B/N en el color.
    Me gustaría presentar Pueblos de Colonización de un modo similar a como se presentó Existenz.

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